sábado, 7 de marzo de 2015

Rendidos al Misterio

Nuestros diversos sentidos, que nos parecen tan personales que a veces nos apartan de los demás, van en realidad mucho más allá de nosotros. Son una extensión de la cadena genética que nos conecta con todo lo que en un momento u otro ha tenido vida; nos vinculan con otras personas y animales, por encima del tiempo y las circunstancias. Son un puente entre lo personal y lo impersonal, entre el alma privada y sus muchos parientes, entre el individuo y el universo, entre todo lo que tiene vida en la Tierra. En el sueño profundo, el espectro de nuestras ondas cerebrales va de ocho a trece hertzios, frecuencia a la que una luz parpadeante puede desencadenar ataques epilépticos. La trémula Tierra late suavemente a alrededor de diez hertzios. De modo que, en nuestro sueño más profundo entramos en sincronía con el temblor del planeta. Soñando, nos convertimos en sueño de la Tierra.

Comenzó en el misterio y terminará en el misterio. Por mucho que podamos explorar los grandes y pequeños principios de la vida, sus detalles cautivantes, y desentrañarlos y aprenderlos de memoria, siempre habrá vastos campos ignotos que nos atraerán. Si la ignorancia es la esencia de la aventura, siempre habrá ignorancia suficiente para hacer zumbar la vida y renovar nuestro asombro. Hay gente a la que irrita que por mucho y muy apasionadamente que lo estudien, el universo siga inescrutable. ¨Por mi parte¨ , escribió una vez Robert Louis Stevenson, ¨viajo no para ir a alguna parte, sino para ir. Viajo por el viaje mismo. La gran cuestión es moverse.¨ La gran cuestión con la vida es vivir de modo tan variado como sea posible, cultivar nuestra curiosidad como un pura sangre nervioso, montarlo y galopar por las colinas inundadas de sol todos los días. Donde no hay riesgo, el terreno es llano y estéril, y a pesar de sus dimensiones, sus valles, montañas y atajos, la vida carecerá de su magnífica geografía, no será más que una distancia. Empezó en el misterio, y terminará en el misterio, pero ¡qué salvaje y hermoso país hay entre ambos extremos!




Diane Ackerman