jueves, 28 de julio de 2016

martes, 19 de julio de 2016

... como los pájaros del bosque...

A la humildad a veces le falta sencillez debido al desdoblamiento que supone. Juzgarse es tomarse demasiado en serio. El hombre sencillo no se plantea tantos problemas con respecto a sí mismo. ¿Quizá sea porque se acepta tal y como es? Sería demasiado decir. No se acepta ni se rechaza. No se interroga, no se contempla, no se considera. No se alaba ni se desprecia. Es lo que es, sencillamente, sin rodeos, sin afectación, o más bien -ya que ser le parece una palabra demasiado importante para una existencia tan pequeña- hace lo que hace, como cada uno de nosotros, pero no le parece que sea tema de conversación, de comentarios, ni siquiera de reflexión. Es como los pájaros del bosque, ligeros y siempre silenciosos incluso cuando cantan, incluso cuando se posan. Lo real es suficiente para lo real en sí mismo. De ese modo, el hombre sencillo es un individuo real reducido a su más simple expresión. ¿Es el canto su más simple expresión?. En ocasiones es el canto; la mayoría de las veces, el silencio; y siempre la vida. El hombre sencillo vive del mismo modo que respira, sin más esfuerzos ni gloria, sin más consecuencias ni oprobio. La sencillez no es una virtud que se añada a la existencia. Es la propia existencia en la medida en que nada se añade a ella. Por consiguiente es la más ligera de las virtudes, la más transparente y la más escasa. Es lo contrario de la literatura: es la vida sin frases y sin mentiras, sin exageración, sin grandilocuencia.
Andrè Comte-Sponville

Esta forma en que viajo es sólo una pequeña parte de Mi

Una tarde de otoño me encontraba en un parque, absorto en la contemplación de una hoja muy pequeña y bonita en forma de corazón. Su color era rojizo y casi colgaba de una rama, de la cual parecía que estuviese a punto de caer. Estuve mucho tiempo con ella y le hice muchas preguntas. Supe que la hoja había sido la madre del árbol. Normalmente, pensamos que el árbol es la madre y que las hojas son los hijos, pero al mirar la hoja vi que también era madre del árbol. La savia que toman las raíces no es más que agua y minerales, que son insuficientes para nutrir al árbol, de manera que éste distribuye la savia a las hojas. Estas se encargan de transformar esta savia rudimentaria en savia elaborada y, con ayuda del sol y del gas, enviarla de vuelta para nutrir al árbol. Además, como la hoja se une al árbol por un tallo, es fácil ver la comunicación entre ambos.
Le pregunté a la hoja si tenía miedo porque el otoño había llegado y las otras hojas empezaban a caer. La hoja me dijo: "No, no tengo miedo. Durante toda la primavera y el verano estuve muy viva. Trabajé y ayudé a nutrir al árbol y gran parte de mí misma se encuentra en este árbol. Por favor, no digas que sólo soy esta pequeña forma, porque la forma de hoja es sólo una pequeña parte de mí. Soy todo el árbol. Sé que estoy en el árbol y que, cuando vuelva a la tierra, continuaré nutriendo al árbol. Es por eso por lo que no me preocupa. Cuando deje esta rama y surque el aire hasta la tierra, saludaré al árbol y le diré "hasta pronto".

Thich Nhat Hanh