martes, 31 de diciembre de 2019

Jugar con la vida y descubrirse (O22)

Con el paso de los días
me desprendo y aprehendo:
Aprecio la belleza de tu fragilidad
y el enigmático poder de tu naturaleza.
Son muchas las cosas que nos acercan
Son pocas y sin importancia las que nos alejan. 
Un día más, un año más, una vida...
te acompaño con mi presencia
y me sostengo en el río hondo de tu mirada

sábado, 21 de diciembre de 2019

Casi nada...

Sólo una vez estamos invitados
a la necesidad. 
Sólo en una ocasión
nos exponemos
a la miseria del quizás
y a los tormentos del subjuntivo.
Sólo una vez
fabricamos costumbres
que ajardinan el tiempo. 
Sólo una vez
volver a casa fumando un cigarrillo, 
ser amigo de muebles, 
enjaular en sonidos
pensamientos.
Sólo una vez poder amar. 
Sólo una vez amar, 
quizás. 

Y enseguida volvemos
a donde no recordamos que estuvimos. 
Dejamos
una estatua de carne
que se pulveriza, 
y dejamos a aquellos 
que nos olvidarán
y dejamos de ver
todas las siguientes primaveras. 

Garabatos en el vaho de la historia
compatriotas de lo fujitivo. 
Somos casi nada y sin embargo
una ausencia nos pesa
tanto
que asfixia el corazón. 

No se entiende la vida,
seguramente por eso es necesaria
toda la eternidad:
para asimilar lo sucedido. 
La eternidad averiguando qué pasó
o ignorándolo
con los cinco sentidos. 
A esto lo llamaban infierno y paraíso 
pero yo ya no sé
qué preferir. 

Sólo sé de la vida,
Molesta, indescifrable, irrepetible.
La única vez 
en que podemos amar. 

José María Parreño 


martes, 17 de diciembre de 2019

Identidad y tiempo

Las altas nubes blancas
intactas volverán
sobre las piedras desordenadas
de estas torres.

Las hormigas abrirán aún galerías
cuando se hayan cerrado las del arte.

Dura más el poema
que el nombre de los reyes
a los que celebró.

Debí haber aprendido de vosotros,
en vez de dedicar
mi vida a lo importante
y estar muerto.

José María Parreño

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Regresar a los huesos


(...) Aunque esta idea de uno mismo y de la realidad es errónea, lo que ocurre en la mayor parte de los casos es que se busca continuamente adecuarse a ese acto forzado, hasta atrofiar la parte de uno mismo que se considera negativa.

<<Eres mucho mejor de lo que te gustaría ser>>, hemos leído en una camiseta. Pero normalmente, la necesidad de integrarse a la propia familia y a la propia cultura es la que prevalece sobre la idea de ser quien uno es verdaderamente. En este proceso, el individuo empieza a deformar y manipular la propia alma y el propio cuerpo para volverlos lo más adecuados posible a las expectativas. En general el proceso continúa hasta que llega a un punto crítico en el que quien uno piensa que es está tan distante de quien uno es verdaderamente, que se vuelve necesario un giro más o menos decidido. En algunos casos el giro tiene lugar de modo dramático- por ejemplo, con una grave enfermedad o una separación -, otras veces la tendencia cambia simplemente sin dramas: desde ese momento el Yo invierte el rumbo, deja de esforzarse en deformar el cuerpo y el alma según los ideales adoptados y empieza a apreciar y admirar el extraordinario diseño y la riqueza intrínseca del modo de ser propio. Por lo tanto, se dedica a la recuperación de muchos aspectos de sí mismo que antes eran rechazados, negados, alienados, proyectados sobre otras personas. 

Jader Tolja y Francesca Speciani