sábado, 21 de diciembre de 2019

Casi nada...

Sólo una vez estamos invitados
a la necesidad. 
Sólo en una ocasión
nos exponemos
a la miseria del quizás
y a los tormentos del subjuntivo.
Sólo una vez
fabricamos costumbres
que ajardinan el tiempo. 
Sólo una vez
volver a casa fumando un cigarrillo, 
ser amigo de muebles, 
enjaular en sonidos
pensamientos.
Sólo una vez poder amar. 
Sólo una vez amar, 
quizás. 

Y enseguida volvemos
a donde no recordamos que estuvimos. 
Dejamos
una estatua de carne
que se pulveriza, 
y dejamos a aquellos 
que nos olvidarán
y dejamos de ver
todas las siguientes primaveras. 

Garabatos en el vaho de la historia
compatriotas de lo fujitivo. 
Somos casi nada y sin embargo
una ausencia nos pesa
tanto
que asfixia el corazón. 

No se entiende la vida,
seguramente por eso es necesaria
toda la eternidad:
para asimilar lo sucedido. 
La eternidad averiguando qué pasó
o ignorándolo
con los cinco sentidos. 
A esto lo llamaban infierno y paraíso 
pero yo ya no sé
qué preferir. 

Sólo sé de la vida,
Molesta, indescifrable, irrepetible.
La única vez 
en que podemos amar. 

José María Parreño 


No hay comentarios:

Publicar un comentario