Para alguien que funciona objetivamente, todo lo que se presenta está bien. Ni siquiera dice: "Oh, esto es lo que debería estar pasando." Lo que se presenta es como es, y posee un sabor de perfección. No existe una actividad con la intención de pretender que surja un estado sublime. Si lo que se presenta se experimenta como sublime, o no, es simplemente una cuestión de detalle; su perfección es algo mucho más profundo que esto. Si no funcionamos desde la perspectiva de la objetividad, estamos obligados a funcionar desde la perspectiva del ego, y nuestra experiencia invariablemente incluirá resentimiento, juicio y comparación. No hay alternativa. Cuanto mejor comprendemos la Santa Perfección, en mayor medida decrecerán estas actividades del ego; pero es importante comprender que seguirán presentes hasta que se realice plenamente la perspectiva de la Santa Perfección.
El Ser funciona sin la guía de la mente
A.H. Almaas
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