martes, 10 de julio de 2018

Iluminar (u oscurecer: engendros de la razón extralimitada)

Pero lo que nos motiva en la vida no son argumentos racionales. La razón sirve para aclararse las ideas, para detectar los errores. Pero la propia razón nos enseña que los motivos por los que actuamos están inscritos en nuestra estructura íntima de mamíferos, de cazadores, de seres sociales: la razón ilumina esas conexiones, no las engendra. No somos de entrada seres razonables. Quizá podamos llegar a serlo, más o menos, en segunda instancia; pero lo que nos guía en primera instancia es la sed de vivir, el hambre, la necesidad de amar, el instinto de encontrar nuestro sitio en una sociedad humana… Esa segunda instancia ni siquiera existe sin la primera. La razón arbitra entre instintos, pero utilizando los propios instintos como criterios primeros de arbitraje. Da nombre a las cosas y a nuestra sed, nos permite rodear obstáculos, ver cosas ocultas. Nos permite reconocer estrategias ineficaces, creencias erróneas, prejuicios, de los que, por cierto, tenemos una innumerable cantidad. Se ha desarrollado para ayudarnos a saber cuándo las huellas que seguimos, creyendo que nos llevan al antílope que queremos cazar, en realidad resultan ser las huellas equivocadas. Pero lo que nos guía no es la reflexión sobre la vida: es la vida.

Carlo Rovelli

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