lunes, 10 de septiembre de 2012

AMAR: SER UNO con la VIDA (O5)

... sólo quien esté hecho a todo, quien no excluya nada, ni aun lo más enigmático, vivirá como algo vivo la relación con otro, y conformará él mismo su propia existencia a fondo. Pues según nosotros pensamos esta existencia del individuo como un espacio mayor o menor, así se muestra que la mayoría conoce sólo un rincón de su espacio, un hueco de ventana, una franja por la que suben y bajan. Así tienen una cierta seguridad. Y, sin embargo, es más humana esa peligrosa inseguridad que, en la narración de Poe, empuja a los prisioneros a palpar la forma de su cárcel para no ser extraños al indecible terror de su estancia. Pero nosotros no somos prisioneros. No nos están preparadas caídas ni trampas, y no hay nada que nos deba dar miedo ni atormentar. Estamos puestos en la vida como en el elemento a que somos más afines, y hemos llegado a ser, por una milenaria acomodación, tan semejantes a esta vida que, cuando nos estamos quietos, apenas se nos puede distinguir de lo que nos rodea, por un feliz mimetismo. No tenemos ninguna razón para desconfiar de nuestro mundo, pues no está contra nosotros. Si tiene espantos, son nuestros espantos; si tiene abismos, esos abismos nos pertenecen; si hay peligros, debemos intentar amarlos. Y si orientamos nuestra vida solamente según ese principio que nos aconseja que nos mantengamos siempre en lo difícil, entonces lo que ahora se nos aparece todavía como lo más extraño, se hará lo más familiar y fiel nuestro. ¿Cómo ha­bríamos de poder olvidar esos antiguos mitos que están en el comienzo de todos los pueblos, los mitos de los dragones que, en el momento supremo, se transforman en princesas? Quizá todos los dragones de nuestra vida son princesas que esperan sólo eso, vernos una vez hermosos y valientes. Quizá todo lo espantoso, en su más profunda base, es lo inerme, lo que quiere auxilio de nosotros.

Rainer Maria Rilke

No hay comentarios:

Publicar un comentario