miércoles, 17 de agosto de 2016

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La atracción de culpar surge en la primera infancia, como un hecho cotidiano en el aula, el patio de recreo o en casa con los hermanos. Culpar es el tema central de los interminables procesos judiciales y demandas característicos de nuestra sociedad. En realidad, culpar solo es otro de los programas negativos que hemos permitido que nuestra mente adquiera, porque nunca nos hemos parado a cuestionarlo. ¿Por qué algo siempre debe ser un <<fallo>> de alguien?¿Por qué introducir el concepto de que hay algo <<malo>> en la situación? ¿Por qué debe uno de nosotros estar equivocado, ser malo o culpable? Lo que en un momento dado parecía una buena idea pudo no haber salido bien. Eso es todo. Los acontecimientos desafortunados, simplemente, sucedieron. 
Para superar la necesidad de culpar, es necesario ver la satisfacción secreta y el placer que obtenemos de la autocompasión, el resentimiento, la ira, y las excusas que nos damos a nosotros mismos, y empezar a entregar todas estas pequeñas recompensas. El propósito es pasar de ser una víctima de nuestros sentimientos a elegirlos. Si nos limitamos a reconocerlos y observarlos, comenzaremos a desarmarlos y a entregar las partes que los componen. Entonces estaremos ejerciendo una elección consciente. De esta manera, hacemos un movimiento importante para salir de la ciénaga de la impotencia.


Dr. David R. Hawkins

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