Somos
adictos a objetos materiales, a sustancias, a sistemas de creencias, a otras
personas, pero en la raíz de todas estas adicciones está nuestra adicción
principal: la adicción a nosotros mismos. Somos adictos al relato de “mí”. Somos
adictos a mantener esa imagen de nosotros y a defenderla a muerte, a realizar
trabajos constantes en esa imagen, a mejorarla, comparándola y contrastándola
con otras imágenes; a crear la imagen perfecta, a completarla antes de morir y
a asegurarnos de que los demás tengan esa imagen de nosotros incluso después de
que hayamos muerto. En este sentido, todos somos adictos, nos guste o no,
tengamos o no un diagnóstico clínico de adicción.
Jeff Foster
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