miércoles, 29 de agosto de 2018

Crear un campo de fuerza conectado para Crecer


Vivimos por tanto en un «campo morfogenético»* carente de respeto del que, como siempre, son precisamente los niños los que se ven más afectados, ya que ellos a lo largo de todos sus años de desarrollo están inexorablemente sometido a las leyes de la naturaleza. Es decir, que son especialmente sensibles si les tratamos como objetos en lugar de como sujetos, si bien, al mismo tiempo tienen aún fuerza para defenderse de tales ofensas y para darnos sin cesar una señal cuando algo en nuestra atención no va bien. Los niños tristes, abatidos, que se pegan a nosotros, miedosos, hiperactivos, agresivos, sabelotodos y tensos nos dan señales de alarma. Podemos ir con estos niños al médico, hace que se sometan a un tratamiento psicológico, podemos adaptarlos a nuestra irrespetuosa sociedad con todo tipo de psicofármacos o de condicionamientos, pero antes o después deberemos correr las consecuencias.
O por el contrario, podemos decidir respetar los procesos vitales y abogar por un proceso de aprendizaje y de crecimiento que incluya en igual medida a adultos y a niños. En medio de un ambiente irrespetuoso, cada uno de nosotros puede crear un nuevo «campo morfogenético» consigo mismo y con su «prójimo», en lugar de someterse al campo de fuerza de un medio ampliamente hostil y de seguir ciegos su tendencia. Como este campo de fuerza actúa sin ser visto, como un campo magnético, necesitamos un grado elevado de presencia y de atención incluso en las situaciones más irrelevantes, como si tuviéramos que orientarnos en la oscuridad. La tendencia general de aquello que «se hace normalmente» está caracterizada por la directividad, es decir, actuar permanentemente desde fuera hacia dentro. Las situaciones son «resueltas». Los problemas se solucionan de forma que el que actúa desde el exterior impone su voluntad usando las técnicas más variadas.



* Término que procede de Rupert Sheldrake

Rebeca Wild

No hay comentarios:

Publicar un comentario